Hugh Jackman protagoniza la última película de Jason Reitman, el director de Juno. En ella, da vida al político Gary Hart, candidato a representar al partido demócrata para las elecciones a la presidencia de EE.UU. en 1989.
La película tiene dos grandes cualidades. La primera es la verosimilitud de la historia. Los hechos son completamente ciertos, las acusaciones que Hart recibió por parte de la prensa, sus decisiones, su forma de resolver la situación. El espectador se sentirá como debieron sentirse los estadounidenses durante la campaña de 1988, con la decisión de creer la historia de Hart o no.
Aunque cuente la vida de un político, la historia está centrada en la prensa y su evolución. A finales de los 80, los grandes medios querían seguir haciendo un trabajo serio y respetuoso, pero la prensa sensacionalista avanzaba a grandes pasos, haciendo que una aventura extramatrimonial importase más que las propuestas políticas de un candidato. La película sirve para darse cuenta de cómo han cambiado los medios de información desde los años 70 hasta la actualidad, y de que los personajes públicos ya no pueden tener vida privada.
La otra gran cualidad de la cinta es el propio Jackman, que borda su papel. No hay ningún momento en el que no te creas al personaje. Jackman capta el sentido del humor de Hart y lo desarrolla de forma natural.
A pesar de la presencia protagonista de Jackman, se trata de una película muy coral, donde algunos actores destacan (J. K. Simmons, Steve Zissis, Molly Ephraim, Mamoudou Athie) y la mayoría cumple sobradamente con su papel.
¿Cuál es el problema? Que, a pesar de tener una buena dirección y grandes actores, la historia no es muy emocionante. Tal vez en Estados Unidos la figura de Gary Hart sea más conocida y una película sobre su vida tenga mucho sentido, pero me temo que fuera del país no es el caso. Por mucha veracidad que contengan sus fotogramas, no es una historia demasiado interesante para el público español.
Estreno en España: 15 de febrero.
La película tiene dos grandes cualidades. La primera es la verosimilitud de la historia. Los hechos son completamente ciertos, las acusaciones que Hart recibió por parte de la prensa, sus decisiones, su forma de resolver la situación. El espectador se sentirá como debieron sentirse los estadounidenses durante la campaña de 1988, con la decisión de creer la historia de Hart o no.
Aunque cuente la vida de un político, la historia está centrada en la prensa y su evolución. A finales de los 80, los grandes medios querían seguir haciendo un trabajo serio y respetuoso, pero la prensa sensacionalista avanzaba a grandes pasos, haciendo que una aventura extramatrimonial importase más que las propuestas políticas de un candidato. La película sirve para darse cuenta de cómo han cambiado los medios de información desde los años 70 hasta la actualidad, y de que los personajes públicos ya no pueden tener vida privada.
La otra gran cualidad de la cinta es el propio Jackman, que borda su papel. No hay ningún momento en el que no te creas al personaje. Jackman capta el sentido del humor de Hart y lo desarrolla de forma natural.
A pesar de la presencia protagonista de Jackman, se trata de una película muy coral, donde algunos actores destacan (J. K. Simmons, Steve Zissis, Molly Ephraim, Mamoudou Athie) y la mayoría cumple sobradamente con su papel.
¿Cuál es el problema? Que, a pesar de tener una buena dirección y grandes actores, la historia no es muy emocionante. Tal vez en Estados Unidos la figura de Gary Hart sea más conocida y una película sobre su vida tenga mucho sentido, pero me temo que fuera del país no es el caso. Por mucha veracidad que contengan sus fotogramas, no es una historia demasiado interesante para el público español.
Estreno en España: 15 de febrero.