Reseña: Animales fantásticos: Los secretos de Dumbledore - Una escoba que comienza a descender

Desde hace ya 20 años, la adaptación cinematográfica de Harry Potter ha logrado originar y ampliar un mayor fanatismo entre la audiencia por la saga que creó J.K. Rowling. Por ello, no es de extrañar que haya amantes que anoten en su agenda con entusiasmo el año y el mes en el que se estrena una nueva película del universo. No obstante, a diferencia de cada año en el que llegó a los cines una nueva cinta de la misma, nunca antes se había visto que en 2022 se optara por brindar a los potterheads la oportunidad de que se pudiera visionar no solo uno, sino dos largometrajes de la franquicia. Si ya muchos, tras las campanadas y sus 12 uvas correspondientes, comenzaron el año emocionándose con Regreso a Hogwarts, la tercera película de Animales Fantásticos se presenta como el segundo mazo con el que juega la saga del joven mago este año.


Esta nueva entrega prosigue los pasos que asentaron Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos y Los Crímenes de Grindelwald para desarrollar las confrontaciones que se desarrollan entre el grupo de Newt Scamander y aquel que está liderado por el mago homónimo a la segunda cinta. Como novedad, Los Secretos de Dumbledore, al igual que su propio nombre indica de primeras, profundiza en el personaje del profesor Albus, su relación antagónica con Grindelwald y sus vínculos familiares con su hermano Aberforth. 



Al contrario que las dos cintas anteriores de David Yates,
la película de 2022 es por el momento la que dispone de más elementos que se remontan a la saga original: ya sean los castillos de Hogwarts, su arquitectura, los alumnos de las casas, la nieve, el comedor o el quidditch. Todo esto sin olvidar el hecho de que, en comparación con sus predecesoras, la historia tenga un mayor enfoque por el pasado de Dumbledore, algo de lo que ya se dieron pequeñas dosis en el universo anterior protagonizado por Daniel Radcliffe. Pese a que contenga elementos que indiscutiblemente van a emocionar a los fans de la saga que crecieron y asistieron al estreno de cada cinta, la atención de David Yates se desvía hacia otros intereses a los que se les opta por dedicar más tiempo en pantalla. 

Sobre estos se alza la estética y los momentos de plena oscuridad del filme. Si ya estamos acostumbrados desde las Reliquias de la Muerte y los Crímenes de Grindelwald a contemplar no solo unas imágenes, sino también un hilo argumentativo más serio y reservado, Los Secretos de Dumbledore, así como pueden sugerir ‘los secretos’ de su título, sigue un recorrido parecido. Y esto sin dejar de lado el hecho de que las ciudades en las que transcurre cada filme sea un elemento distintivo de la franquicia de Animales Fantásticos, por lo que en la tercera entrega esto no es cosa menor. Si lo que sugería la ciudad de París de Los Crímenes de Grindelwald era su atmósfera frígida y distante, por lo que destaca la Berlín de Los Secretos de Dumbledore es directamente por su ambiente de entreguerras. 



Es precisamente esa Alemania nazi la que acaba siendo uno de los mayores signos de identidad de la tercera obra, y por lo que los conflictos entre magos y la Segunda Guerra Mundial se convierten en el nexo que une a la obra de David Yates. A raíz de ello,
el director presenta varias referencias históricas y literarias, como las protestas de la película o una pantalla gigantesca en la que un rostro vigila a los personajes como si de un Gran Hermano se tratara, que le dan a la película un enfoque más propio que se aleja de las primeras aventuras del joven mago.

La misma suerte no obtiene el personaje de Grindelwald. Si ya la cinta en general contaba con la salida de Johnny Depp y los comentarios recientes de J.K. Rowling como antecedentes, Madds Mikkelsen tiene sobre sus hombros la responsabilidad de defender toda la carga que ha ido acumulando la saga previamente. El danés, con algunos momentos intimistas que entabla con Dumbledore y partes en las que se aprecia el carácter frívolo del personaje, ampara de una buena manera su rol en la cinta para que dichos elementos no vayan en su contra. A pesar de ello, la diferencia entre Mikkelsen y Depp sigue siendo inevitablemente palpable y hay ocasiones en las que parece que el actor de Otra Ronda está interpretando otro papel.


De una manera parecida ocurre con la trama y aquello hacia lo que quiere encaminarse con su historia. Al decidirse anteponer aspectos como los mencionados anteriormente -aquellas partes transcurridas en Berlín, los guiños al universo anterior de Rowling, los efectos especiales típicos de cualquier superproducción hollywoodense, aquellas secuencias de acción- o algunos momentos en los que los animales fantásticos sí tienen participación, aquellas partes de secretismo de Dumbledore son tímidamente mostradas y da la impresión de que la falta de protagonismo de estas se debe al deseo de querer extender de la forma que sea esta franquicia.



Si ya en 2014 se llegó a la propuesta de convertir a
Animales Fantásticos en una trilogía de películas, esto se terminaría abandonando dos años después con la idea de ampliar la saga a dos largometrajes más. Esta misma filosofía sigue Los Secretos de Dumbledore: ya que de alguna manera habrá que colocar bolas en un árbol de Navidad en el que ya poco espacio queda. Pero si de momentos fanservice nos referimos, para eso ya se encargará más en profundidad una quinta entrega a la que quizás más tarde se le termine bautizando como la penúltima o antepenúltima obra de una saga a la que le seguirá el comienzo de otra nueva que tenga algo de relación con el universo de J.K. Rowling.

-Víctor Vicente

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