Johan es un excéntrico e
inadaptado habitante de una pequeña aldea noruega. Huérfano desde niño y
aficionado a los explosivos con los que creció desde pequeño, Johan intenta
conquistar el corazón de su vecina Solvor a quien voló por los aires
accidentalmente de pequeños.
A
vuelo de pájaro el argumento parece drama pesado, pero no. Witzø baña la narración de encanto, ternura, toques
de humor inteligente y nos ofrece el color local de una aldea
noruega con todos los matices de su cultura y tradición.
A propósito de su estreno en España
nos encontramos con Hallvar
Witzø.
MLV: ¿Cómo nace esta historia?
HW: Como le he dicho a muchos de los
periodistas hoy, vengo de una cultura de contar historias. En el lugar donde
crecí, un pequeño pueblo del centro de Noruega, contar historias es una parte
importante de nuestro ADN y, por supuesto, dotarlas de mucho colorido y también
de un poco de exageración. Siempre es
una exageración contar una historia fantástica. Muchas de las historias con las
que crecí fueron la inspiración para esta película.
MLV: ¿Cómo fue el trabajo con el guionista?
HW: Erlend Loe es uno de los escritores escandinavos más aclamado por la crítica y más popular. Sus libros se ha traducido a varios idiomas y probablemente tenga una gran cantidad de fans en España, eso espero. Es un gran escritor en Noruega. Sin conocerlo, le propuse la historia hace muchos años y me dijo que sí. Loe es del mismo lugar de Noruega de donde soy yo, del centro del país, creció con la misma tradición de contar historias. Entendió el tipo de historia que quería contar. Durante el desarrollo del guion hablábamos mucho y discutíamos, nos contábamos historias. Era casi como si estuviéramos sentados junto a una hoguera, recuperando la narración oral. Nos divertimos mucho. Y luego eso evolucionó a un guion. Estoy muy orgulloso de haber trabajado con Loe, que es realmente un gran escritor, tanto en literatura como en cine.
MLV: Tengo la percepción de que le
interesa el tema de la soledad. ¿Es realmente así?
HW: En realidad, no creo que se trate
tanto de la soledad. Se trata más bien de no ser aceptado por una gran
comunidad y de estar fuera del mundo, por así decirlo. Si eres alguien a quien
la gente no entiende y teme, entonces, te quedas aislado. En el caso particular de este personaje, Johan
quiere ser él mismo, quiere tener un lugar al que llamar suyo, y por eso vuelve
después de haber sido prácticamente desterrado. Vuelve a su lugar, a sus
raíces, porque es donde pertenece, aunque la gente no lo quiera allí, sólo
quiere un lugar al que pertenecer, y quiere tener amor en su vida, aunque la
gente no quiera necesariamente dárselo o hacerle la vida fácil. Le temen, le
odian, no le entienden, y está al margen de la sociedad. Y, por supuesto, eso te lleva a la soledad. Pero creo que era importante para mí contar una historia sobre la
diversidad, no sólo de género, política o de raza, sino también sobre quién
eres como persona, que no encajas, que no sigues necesariamente todos los códigos
de la sociedad. Eso no significa que seas peligroso o desagradable. El mundo
tiene espacio para todo tipo de personas, y eso era importante para mí con Todo
el mundo odia a Johan.
Me inspiraron mucho historias, como por ejemplo, cuando una ciudad paga el funeral de alguien que nadie conoce y la
iglesia está vacía y el ataúd está allí y nadie sabe quién es. Cada
año, leemos historias sobre personas que se encuentran en sus apartamentos y
que llevan muertas quizá seis meses y nadie las echa de menos ni habla con
ellas, quizá sólo porque son diferentes, les cuesta encontrar a alguien que
pueda conectar con su vida. Y pensé que era como una verdadera inspiración para
contar. Y cómo nosotros, la audiencia, podemos conectar con él, pero el resto
del mundo no tiene que hacerlo.
MLV: ¿Cuál es el estado de ánimo con el
que te gustaría que la gente salga de la sala de cine?
HW: Bueno, espero que lloren y rían, que sientan
que han visto una historia que les toca el corazón y que es diferente a lo que
han visto antes. Es una historia entretenida que tiene un gran corazón. Así que
espero que cuando se rían, piensen: ¿Cómo puedo
realmente reírme de esto? Es horrible, pero me estoy riendo. Y cuando estén
llorando, se pregunten por qué lo hacen si es algo divertido. Me gustaría que piensen: Estoy triste, pero
también me río, es lo que espero que ocurra. Que se rían y lloren, pero que
sientan que quizás deberían haber hecho lo contrario, que deberían reír cuando
lloran y llorar cuando ríen. Espero que al público le guste esa sensación y
sienta que es una experiencia diferente y divertida.