Eva Spreitzhofer dirige el filme ¿Qué hemos hecho para merecer esto? protagonizado por Caroline Peters, Chantal Zitzenbacher, Simon Schwarz, Marcel Mohab y Hilde Dalik. La cinta crítica y feminista llega a la gran pantalla el jueves 13 de septiembre.
Spreitzhofer es, además de directora, escritora y actriz. La austriaca es conocida por trabajos como Pequeña gran voz (2015) o la serie de televisión austriaca Schnell ermittelt (2009 - actualidad) entre otros. A lo largo de su multidisciplinar carrera profesional ha sido nominada y galardonada en varias ocasiones. Además, refuerza su vínculo y dedicación al séptimo arte formando parte, desde 2009, del equipo fundador y la junta directiva de la Academia de Cine de Austria, también es la presidenta de la Asociación Austriaca de Escritura de Guiones y hasta 2016 fue miembro de la comisión del proyecto del Instituto de Cine de Austria.
El argumento de su último trabajo como directora para la gran pantalla está basado en la historia de Wanda y una de sus hijas. Wanda es una cirujana de Viena, liberada, feminista, atea y preparada para encajar las fases adolescentes de sus dos hijas. No resulta estarlo cuando una de ellas, Nina, le presenta su conversión al Islam apareciendo repentinamente con hiyab y bajo el nombre de Fátima. Entonces, la vida de Wanda y sus convicciones entran en un mundo de contradicciones.
Al inicio del relato la joven se aferra a la abaya y el burkini contra la cosificación del cuerpo femenino contrastando, más adelante, con el discurso misógino de un imán en la mezquita sobre la menstruación. Apoyándose en el feminismo y el crecimiento personal para alimentar su fé y convicción, no tarda en entrar en conflicto con sus ideales cuando, a ojos de la fe más radicalizada, solo es otra pecadora.
En este camino, paralelamente, Wanda, se mantiene inamovible en su propia construcción atea, anticapitalista y feminista hasta que, tratando de no empeorar los escarfeos de su hija con el radicalismo, se limita a convertirse en una espectadora comprensiva de la fe islámica y de las decisiones de Nina.
El filme pretende, según la directora, reafirmarse en la idea de que el uso de hiyab es una posición política. Transmite a través de los acontecimientos que las religiones no se pensaron para ser aplicadas estrictamente a la cotidianidad de la sociedad actual y que todos los radicalismos resultan en el fascismo. La cinta invita a la reflexión del progresismo en temas de religión e inmigración narrando, de forma jocosa con situaciones de lo más costumbristas, lo común que es confundir, en la integración social, la tolerancia y la libertad con la indiferencia teñida de hipocresía. Se muestra la convivencia de espectros de la fe islámica e insiste en el hecho de que ninguna lucha por derechos debería estar reñida con la fe religiosa.
El tono de la película es discreto y ligero y emplea el humor como clara herramienta de subversión dando momentos surrealistas a modo de crítica.
La tensión de los conflictos familares y personales junto a los choques culturales y generacionales se resuelve hacia el final cuando Nina se encuentra con la única alternativa para ser justa con sus ideales: adaptar la fe a sus principios éticos y no al revés. La última escena resuelve poderosa e intensamente la historia acompañada por el Tango della Femminista a modo de fueron felices y cuidaron perdices.
Spreitzhofer es, además de directora, escritora y actriz. La austriaca es conocida por trabajos como Pequeña gran voz (2015) o la serie de televisión austriaca Schnell ermittelt (2009 - actualidad) entre otros. A lo largo de su multidisciplinar carrera profesional ha sido nominada y galardonada en varias ocasiones. Además, refuerza su vínculo y dedicación al séptimo arte formando parte, desde 2009, del equipo fundador y la junta directiva de la Academia de Cine de Austria, también es la presidenta de la Asociación Austriaca de Escritura de Guiones y hasta 2016 fue miembro de la comisión del proyecto del Instituto de Cine de Austria.
El argumento de su último trabajo como directora para la gran pantalla está basado en la historia de Wanda y una de sus hijas. Wanda es una cirujana de Viena, liberada, feminista, atea y preparada para encajar las fases adolescentes de sus dos hijas. No resulta estarlo cuando una de ellas, Nina, le presenta su conversión al Islam apareciendo repentinamente con hiyab y bajo el nombre de Fátima. Entonces, la vida de Wanda y sus convicciones entran en un mundo de contradicciones.
Al inicio del relato la joven se aferra a la abaya y el burkini contra la cosificación del cuerpo femenino contrastando, más adelante, con el discurso misógino de un imán en la mezquita sobre la menstruación. Apoyándose en el feminismo y el crecimiento personal para alimentar su fé y convicción, no tarda en entrar en conflicto con sus ideales cuando, a ojos de la fe más radicalizada, solo es otra pecadora.
En este camino, paralelamente, Wanda, se mantiene inamovible en su propia construcción atea, anticapitalista y feminista hasta que, tratando de no empeorar los escarfeos de su hija con el radicalismo, se limita a convertirse en una espectadora comprensiva de la fe islámica y de las decisiones de Nina.
El filme pretende, según la directora, reafirmarse en la idea de que el uso de hiyab es una posición política. Transmite a través de los acontecimientos que las religiones no se pensaron para ser aplicadas estrictamente a la cotidianidad de la sociedad actual y que todos los radicalismos resultan en el fascismo. La cinta invita a la reflexión del progresismo en temas de religión e inmigración narrando, de forma jocosa con situaciones de lo más costumbristas, lo común que es confundir, en la integración social, la tolerancia y la libertad con la indiferencia teñida de hipocresía. Se muestra la convivencia de espectros de la fe islámica e insiste en el hecho de que ninguna lucha por derechos debería estar reñida con la fe religiosa.
El tono de la película es discreto y ligero y emplea el humor como clara herramienta de subversión dando momentos surrealistas a modo de crítica.
La tensión de los conflictos familares y personales junto a los choques culturales y generacionales se resuelve hacia el final cuando Nina se encuentra con la única alternativa para ser justa con sus ideales: adaptar la fe a sus principios éticos y no al revés. La última escena resuelve poderosa e intensamente la historia acompañada por el Tango della Femminista a modo de fueron felices y cuidaron perdices.