La vida de muchos de los superheroes de Marvel están marcadas por la tragedia. Sin embargo, dos de ellos se llevan la palma en lo que a sufrir y pasarlo realmente mal se refiere: Spider-Man y Daredevil, siendo el último en el que nos vamos a centrar en esta ocasión.
La existencia de Matt Murdock ha sido un combate diario por la supervivencia y no sólo metafóricamente hablando. Desde que perdió la vista, se ha visto forzado a ser mejor pero claro, a diferencia de otros personajes de la Casa de las Ideas, su trayectoria como justiciero urbano se ha visto subyugada hasta límites insospechados.
Con esto nos referimos a que pese a su código moral y su carácter de fuertes convicciones se han visto puestas a prueba en más de una ocasión. Una de ellas, siendo líder de La Mano. Y ni qué decir de sus cara a cara con Frank Castle, El Castigador. Dos caras de la misma moneda en la que tan sólo se separan al uno del otro por una muy, muy fina línea.
Claro está que quién más le ha marcado desde sus orígenes ha sido el rey del crimen de Nueva York y, ahora alcalde de la ciudad, Wilson Fisk.
Kingpin siempre ha visto en el diablo guardián a su mayor oponente. Sin embargo Matt ha pasado por tanto y en tan poco tiempo que ya no supone un desafío ni para él ni para sí mismo. Y eso es con lo que juega Zdarsky en su etapa al frente de la colección.
Toma el relevo de Soule y pone patas arriba el mundo de Murdock. No contento con ello, también pone en riesgo su vida
-sí, lo sabemos, no es la primera vez que Daredevil pasa por esto ni la primera vez que su identidad está en peligro, pero es la manera en la que Zdarsky lo hace. Deconstruye a Matt y a Daredevil por separado para trazar una nueva vía que defina al personaje convirtiéndolo en algo mejor de lo que ha sido hasta ahora. Y, para ello, transforma toda su vida, todo su ser y todas sus creencias en un puro infierno personal.
De dentro para fuera. Así es como el personaje va dudando no sólo de su vocación sino de sus capacidades como defensor en ambos aspectos de su sufrida vida.
El Daredevil de Zdarsky es una obra maestra en la que empieza de cero para arriba. Pero para ello, coloca muy sutilmente todas las piezas en el escenario. Mueve con delicada a cada personaje, los hace reflexionar. Incluso a Kingpin. Logra darle una nueva motivación y propósito, mucho más ambicioso con su gran oponente fuera de juego y lo lleva a un extremo que conoce bien pero que le resulta más desafiante.
Por otro lado, el protector de Hell's Kitchen se encuentra tan al límite, tan sobrepasado que recibe el toque de atención de la mano de un personaje que comprende muy bien al héroe de rojo aunque, precisamente, por eso mismo, la reacción sorprende tanto. Esa es la baza con la que juega Zdarsky, no te lo esperarías viniendo de quien viene.
Sin embargo, los viejos hábitos son difíciles de quitar y con una nueva situación, un nuevo escenario y nuevas reglas Murdock encuentra un nuevo camino después del punto de inflexión y logra redefinirse en ambas identidades.
En definitiva, los dos tomos publicados por Panini dentro de la línea Marvel Premiere son tan absorbentes y están tan bien escritos que, aunque no seas fan de Daredevil, logra hacerte disfrutar del personaje desde cero. No importa si seguías con anterioridad al personaje en cada etapa o si quieres adentrarte con él por primera vez, cuando lo lees no puedes soltarlo.