Pero si hablamos de animación en la guerra, no debemos olvidar el papel que desempeñó la mujer por aquel entonces. Desde Irán e Irak hasta Afganistán y desde Persépolis hasta The Breadwinner, se han ido sumando a la lista nuevos filmes pretendientes que cuentan con estas características.
A través de la ciudad de Amsterdam como escenario, Dónde está Anne Frank contrasta el tiempo presente y los años 40 durante la Segunda Guerra Mundial para dar una imagen de todos los cambios que se han desarrollado desde aquel momento: ¿Cuánto ha cambiado nuestra mentalidad desde que acabara la Gran Guerra? ¿Hasta qué punto entendemos las atrocidades que se vivieron en 1940s? Y ¿qué entendemos por la figura de Anne Frank? son cuestiones que el filme propone. Precisamente es este último planteamiento aquel que el filme explora más, cuya novedad es, no obstante, el hecho de que todo esto sea llevado a cabo a través del género de la ucronía, del ¿qué pasaría si?
Como se puede deducir al conocer el tipo de historia que se va a tratar, lo primero que tenemos que decir de Dónde está Anne Frank es que es una cinta triste y dura de ver para un tipo de audiencia sensible, junto a que de lo que llevemos de 2022 me atrevería a decir que es la llorera del año. Este objetivo lo logra gracias a elementos como su banda sonora y una animación que no tiene nada que envidiar a casas productoras como Disney o Pixar.
Sección aparte merece el tratamiento que recibe la ciudad de Ámsterdam. Al ser abordada a través de dos períodos históricos distintos, puede llegar a ser muy ambicioso conseguir plasmarla a través de un género como la animación. Nada más lejos de la realidad, la cinta consigue con creces transportar al espectador a una Ámsterdam extremadamente grisácea que atestiguó la llegada del Gestapo y la represión del pueblo judío. Mientras tanto, Ari Folman aprovecha la Ámsterdam del siglo XXI para lanzar una crítica hacia la conciencia que tiene la población europea actualmente hacia los refugiados. La razón se debe a que, si bien valoran la biografía de Frank como material que debe pasarse de generación en generación, son incapaces de tener en consideración lo verdaderamente humano. En otras palabras, le dan la espalda a los millones de refugiados que llegan a Europa y que posteriormente son deportados.
Esto último supone un arma de doble filo para el filme. Por una parte, resulta ser un enfoque interesante ya que el israelí logra entrelazar un hecho histórico que ya se considera tiempo pasado con algo que tiene que ver con la actualidad sin ser abordado de manera forzada. De hecho, es curioso ver cómo, desde que finalizó su producción, podemos sacar nuevas lecturas como la acogida de personas procedentes de otros países que se han sumado a la lista o el auge de partidos políticos opositores a la inmigración. Por contra, en relación con la conciencia que perdura de Ana Frank, también hay que señalar que hay situaciones en las que se busca recurrir al morbo barato y tratar al ciudadano europeo de despreocupado. Esto se ve, por ejemplo, en una secuencia que se desarrolla en una obra de teatro que va acerca de Anne Frank y en la que el público entero presta atención desinteresadamente mientras el teléfono móvil ocupa el centro de atención de todos.
Como puede llegar a evocar a Persépolis y su autora Marjane Satrapi o incluso al cómic Maus de Art Spiegelman, Ari Folman toma la batuta a la hora de hacer el cambio de la historieta a la gran pantalla y de inspirarse en las vivencias de una persona secundaria (sus padres) para escribir la historia, respectivamente. Sin embargo, la diferencia en comparación con sus predecesoras es que Dónde está Anne Frank goza de una mayor relación con los tiempos actuales y demuestra que, por muy emotivo que sea el final, el humano al final es un ser egoísta.
Fecha de estreno: 29 de abril
Víctor Vicente