John Wick 4: Keanu Reeves sigue en plena forma en la nueva entrega de la saga

Nunca la venganza por la muerte de un perro había traído tantas gratificaciones cinemáticas. Gracias a ello descubrimos a John Wick, los códigos de los asesinos más despiadados, las organizaciones profesionales “civilizadas” o las monedas de oro como cambio a ciertas gestiones.

La primera e inicio de la saga fue sin duda toda una sorpresa en taquilla y crítica de publico. El resurgir de un asesino que se ve envuelto en una vendetta personal contra la mafia rusa, creyendo que será puntual. Su éxito fue creciendo exponencialmente, con dos entregas más, tanto en en fans y adeptos como en la duración del metraje.
Culminando con la próxima John Wick 4 en la que Wick (Keanu Reeves) descubre un camino para derrotar a la Alta Mesa. Pero para poder ganar su libertad, tendrá que enfrentarse a un nuevo rival con poderosas alianzas en todo el mundo, capaz de convertir a viejos amigos en enemigos.
Se estrena en nuestros cines el 24 de marzo y con la friolera duración de casi 3h, sí la  entrega más larga pero a la vez la más implacable y divertida.
MÁS METRAJE, MÁS ACCIÓN, DOBLE DISFRUTE EN VENA:
John Wick 4 es la peli de acción definitiva y el mejor desenlace posible a la saga, esta vez más divertida. Una fiesta épica de muertes y acción que estimula todos nuestros sentidos, para convertirnos en simples observadores de la gran vendetta. Un estrés que no se para ni para comer, cenar, ducharse (ese pelo grasiento ya lleva 4 películas) o dormir, Wick es tan guay que no necesita nimiedades de ese tipo.


Brutal y extravagante encontramos a nuestro antihéroe monosilábico, sus palabras se arrastran como si le costara hablar “Los voy a matar. A todos" repite un par de veces en la película, algo que hace que la sala caiga rendida a sus pies.
 
Siempre impertérrito y sin muecas en su rostro, recibe una y otra vez, aguantando estoicamente casi sin inmutarse, es lo que tiene que hacer y punto. Un semidiós excomulgado mucho más interesado en morir que en vivir, algo que ya veíamos en las anteriores películas pero que después de tanta sangre y tantos tropiezos parece acrecentarse.
Con gran eficacia, se enfrenta esta vez a un villano noble como el marqués de Gramont (Bill Skarsgård) un dandy francés cuyo pedigrí está envuelto en trajes de terciopelo rojos, botas de montar y enormes castillos con sus propios establos.  Su obsesión por acabar con Wick es tan grande que le hace poner precio a su cabeza.



Docenas de asesinos a sueldo se unan en una persecución pasando por Paris, Berlín o Tokio como nuevos escenarios para atrapar a nuestro incombustible antihéroe. Enemigos nuevos y conocidos desencadenan el caos por donde pasan con el único objetivo de matar a John Wick. Algo que el espectador va disfrutando a cada momento.

Por los demás, está llena de monumentales secuencias de acción en marcos espectaculares como el de una discoteca en Berlín,  donde el juego del gato  y el ratón se convierte en una danza coreografiada, en la que cada movimiento es una obra de arte. O la secuencia de una empinada escalera parisina casi sin final, donde los asesinos se empeñan en matar a Wick y que se convierte en una sucesión de gags accidentales donde la carcajada está asegurada. 



Una mezcla de videoclip, anuncio de perfume o videojuego, juzgad vosotros mismos.
Es una divertida y gozosa entrega de gran tamaño, que roza la comedia más surrealista de destrucción, aunque  la edad de Keanu Reeves nos hace preguntarnos si será su última entrega.
 
Pero las heridas curan y los villanos parecen no agotarse, quién sabe. 

Crítica de Silvia Estivill

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