Reseña | My Cosmic Monster #2

Una tarde, Tsubaki se encuentra a un «perrito» en una caja y, al no poder resistirse, se lo lleva hasta su casa. Sin embargo, esta «mascota» se llama Fuwa y resulta ser un príncipe extraterrestre fugado que no quiere casarse con su prometida. Ante esta situación, Tsubaki y Mai —su hermana y una experta en vida extraterrestre— empiezan a convivir con dos aliens en casa de forma temporal de la noche a la mañana. Pero, ¿qué ocurrirá cuando lleguen más extraterrestres en busca de Fuwa? 

Coincidiendo con el día de San Valentín, Odaiba Ediciones lanzó la segunda parte de My Cosmic Monster, una historia de amor que va más allá de las fronteras terrestres, dándonos a conocer el desenlace de este shojo de enredos y ciencia ficción. 


UNA PIEZA MÁS EN EL ROMPECABEZAS

Aunque Tsubaki Konishi ya sabe que lo único que necesita es ser ella misma en lugar de fingir la perfección que tanto persigue, ahora debe enfrentarse a algo más importante: descifrar las nuevas emociones que alberga su corazón. Y es que, con la llegada de Hina —la prometida de Fuwa—, Tsubaki experimenta y se debate si lo que siente es un apego o si es amor verdadero hacia el fugado príncipe extraterrestre. 

Por otro lado, el puzzle que conforma esta trama de enredos termina de completarse, presentándonos a Hina, la princesa extraterrestre. Con una personalidad tranquila, Hina se camufla —al igual que sus homólogos— en la vida diaria y escolar de los protagonistas, hasta que rápidamente es descubierta por los mismos. ¿Esta llegada será pacífica o, por el contrario, sólo traerá más tensiones? 



¿STAR-CROSSED LOVERS

Poco a poco, Tsubaki es más consciente de lo que siente, aunque a veces ella misma se sienta confundida y reniegue de sus sentimientos. Sin embargo, Fuwa, al ser tan abierto y sincero y al no dejar cabida a una sola malinterpretación, hace que Tsubaki sea consciente de las cosas buenas que ve en ella, apegándose aún más al monstruito cósmico. 

Sin embargo, ella no las tiene todas consigo de que esta historia dure para siempre y desemboque en un dulce recuerdo. Porque, al fin y al cabo, Fuwa es un alien muy relevante en su planeta, y no será fácil que sus gobernantes cambien de opinión ante esta situación —de la cual, ni siquiera son conscientes más allá de la fuga de su príncipe—. 



UNA SEGUNDA PARTE ADORABLE

Si la primera parte sentó las bases de esta tierna historia, la segunda muestra un cierre dulce y donde se dan respuesta a todas las preguntas. Aunque no quita protagonismo a los secundarios, si bien el primer tomo se centró más en la relación entre Mai y Tsubaki, éste lo hace entre Fuwa y Tsubaki, mostrando cómo poco a poco han florecido unos sentimientos antes desconocidos por ambos. 

Los enredos continúan y se desarrollan a lo largo de todo el tomo, mostrándonos cómo Tsubaki debe deshacerse de las inseguridades, ser más directa y no elucubrar tanto para no dejar lugar a la imaginación. La tensión se palpa hasta el capítulo final, donde realmente te hace dudar de cómo va a terminar esta historia de amor. 

Ha sido un descubrimiento tan dulce como agradable, siendo esta demografía algo diferente de lo que suele publicar Odaiba. Sin embargo, la he disfrutado mucho, el dibujo sigue siendo precioso y se denota todo el cariño que Motekke —su autora— le ha puesto a la historia. Te hace la vida más ligera por un momento y te saca una sonrisa, con sus personajes llenos de matices. 

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