Dear Werner puede ser planteada de varias formas: como una película, como un evento, como un homenaje a todo aquello que completa la síntesis de lo que es vivir. La propuesta de la historia es muy simple en su origen, “Era se una vez un joven cineasta que encuentra inspiración en la obra de su ídolo y decide seguir sus pasos para encontrarse así mismo en un viaje en solitario por los paisajes europeos.”
Su presentación, sin embargo, se administra de una manera compleja, bordeando historias contenidas en caminos tortuosos, palabras de reflexión y el conocimiento propio de lo que supone avanzar en solitario.
El 19 de noviembre de 1974, el cineasta alemán Werner Herzog emprendió un largo viaje en solitario desde Múnich hasta París. Su amiga y crítica de cine, Lotte Eisner estaba gravemente enferma. Herzog se armó de objetivo y un diario de viaje para jugarse la vida en un invierno helador, convencido de que, si hacía ese camino a pie, Eisner le esperaría. Años después, Herzog publicaría este diario bajo el nombre de ‘Del caminar sobre hielo’.
Ese joven cineasta es Pablo Maqueda; escribe, dirige y protagoniza el documental con el apoyo de Werner Herzog. Con una mochila a mano, su cámara y su diario, nos lleva de viaje por su cabeza; por sus preocupaciones, sus ideas y sus pasiones, utilizando como base el libro del cineasta alemán, además de la particular filmografía del mismo, y siguiendo el mismo camino por el que su ídolo peregrinó hace casi 50 años. “Fue una locura. Yo no esperaba respuesta,” nos cuenta Maqueda sobre la entrada de Herzog a la película, “En el momento en que nos planteamos hacerle llegar la película queríamos que formara parte narrando algún fragmento. Queríamos saber, lo primero, si la apoyaba. A él le ilusionó mucho y se ofreció a narrar esos fragmentos en inglés, que la película lo merecía. Fue un proceso increíble.”
Dear Werner se divide en siete capítulos, acompañados por un prólogo y un epílogo. El documental no es ni mucho menos una adaptación de Del caminar sobre hielo. Aquí lo predominante son los pasos de Maqueda en su propia marcha. Es su historia. Con la presencia omnipresente de Werner Herzog, en momento puntuales, el director de Dear Werner cita párrafos literales del diario, condensando el discurso del maestro alemán con el suyo propio. “Él [Herzog] se sintió muy agradecido por el homenaje y me animó a no hablar tanto de él sino hablar de mí. Es algo que nunca había hecho, hablar de mí mismo.”
La decisión de Maqueda con la creación de episodios crea una estructura favorable para las transiciones de temas, sabiendo como administrar esos cambios para no perder el tono que viaja desde el comienzo de la película. Se habla de las frustraciones de un cineasta en su camino en la industria. Se habla de la naturaleza como alegoría de la vida. Se habla de los legados de la historia del cine. “No vamos a ver a un cineasta exitoso. Vamos a ver a un cineasta que está en busca de su camino,” dice Maqueda. Añade a esta calidad, y con mucha carga emocional de por medio, el salto de voces entre Maqueda y Herzog. Cada uno recitando lo propio de su viaje, cada uno hablando con su ídolo.
¿Cómo consigue Maqueda sumergir a un público considerado? Parte de la poética y el estilismo narrativo que cuenta la historia en voz en off, pero Dear Werner consolida su estética como producto audiovisual a través de las imágenes. No hay director de fotografía. No hay operador de cámara. Recordemos la única presencia de su protagonista: Pablo Maqueda. El joven cineasta nos habla del que para él fue el mayor reto durante el viaje. “El frío. Hay que estar muy preparado sosteniendo una cámara en lo alto de una montaña, con frío y viento. Y yo no lo estaba. No soy un atleta.” El director no perdía la esperanza, sin embargo, viendo este viaje como un reto propio sin posibilidad de abandono. “El tema del esfuerzo físico fue algo muy duro. Hubo un día que caminé 70 km. Pero era un reto que yo mismo había decidido hacer. Por eso también estas dificultades también las disfruté. De eso va la película.”
Su pertinente atención por el detallismo a cada plano plantea una visión sin filtros. Se compone una verdad, porque no hay necesidad de engañar en un ambiente de naturaleza tan puro. Es por esto que Dear Werner resulta tan inspiradora. En parte, porque Maqueda plantea una puesta en escena donde él se coloca detrás de la cámara. El público es el que camina por los bosques de Múnich. Es guiado, pues, para llegar a un destino. “Es una película en la que yo he aprendido mucho y quiero que inspire a otros cineastas que vengan detrás o que caminen conmigo. Es la idea de disfrutar los pasos dados, que no importa ir el primero o el último; lo que importa es seguir caminando.” El personaje es el acompañante que camina junto a su audiencia.
Dear Werner es una gota de alivio en un mundo frágil, pero precioso. Su director se encarga de sustraer esas reflexiones de lo que supone el viaje, ya no solo del cineasta solitario enfrentado a las frustraciones de su labor, también de una condición universal a cada uno: el camino.
Pablo Maqueda consigue entramar esas cuestiones con delicadeza, comprensión y abalado por su propia experiencia, lo que hace de esta película un proyecto muy intimista. Quizá incluso demasiado, pues se trata del viaje de un director enamorado del cine. Puede ser un desajuste para cierta audiencia no tan relacionada con el mundo de Herzog, sobre todo en los primeros capítulos. Pablo Maqueda nos cuenta como fue la adaptación del libro de Herzog, “Yo subrayaba cosas que me llamaban mucho la atención, y esto es algo que he aprendido hacer cuando quiero adaptar algo. Escribir sobre el propio libro. Es lo algo que me gustaría seguir haciendo. De hecho, aquí tengo el libro (enseña el interior del libro) diseccionado página a página. Aquí tengo todo el trabajo de investigación que yo hice para adaptar la película” El acto final de Dear Werner abraza la incertidumbre del viaje, un mensaje que queda impregnado y revitaliza la espectacular experiencia ofrecida por Maqueda.
Dear Werner es una película que viaja con el espectador más allá de la propia sala de proyecciones. Es una película que respira, incitando una propuesta, hay que dejar atrás todo lo que conocemos, hacerse con una libreta y caminar en silencio con nuestro único acompañante, uno mismo. “Para mí el cine y la vida son lo mismo,” nos confiesa el director. “Es una manera de vivir. Intento que sea lo más natural para mí, porque la vida y el cine son lo mismo”
Dear Werner nos dice: hay que perderse para encontrarse. En todo momento, la experiencia evoca simpatía, porque la soledad no es indiferente a nadie. Tampoco lo son la frustración, el deseo de seguir caminando ni la búsqueda de la esperanza.
Dear Werner está proyectándose por cines de toda España.
Aquí hablamos más a fondo con Pablo Maqueda. Nos cuenta como surgió está idea de película documental, que pensó el mismo Werner Herzog cuando se le presentó la idea, y como vivió Maqueda este viaje en solitario por Europa (partida, camino y regreso).
https://www.youtube.com/watch?v=6vJcT_I3vBw&ab_channel=Cinemagavia
Su presentación, sin embargo, se administra de una manera compleja, bordeando historias contenidas en caminos tortuosos, palabras de reflexión y el conocimiento propio de lo que supone avanzar en solitario.
El 19 de noviembre de 1974, el cineasta alemán Werner Herzog emprendió un largo viaje en solitario desde Múnich hasta París. Su amiga y crítica de cine, Lotte Eisner estaba gravemente enferma. Herzog se armó de objetivo y un diario de viaje para jugarse la vida en un invierno helador, convencido de que, si hacía ese camino a pie, Eisner le esperaría. Años después, Herzog publicaría este diario bajo el nombre de ‘Del caminar sobre hielo’.
Ese joven cineasta es Pablo Maqueda; escribe, dirige y protagoniza el documental con el apoyo de Werner Herzog. Con una mochila a mano, su cámara y su diario, nos lleva de viaje por su cabeza; por sus preocupaciones, sus ideas y sus pasiones, utilizando como base el libro del cineasta alemán, además de la particular filmografía del mismo, y siguiendo el mismo camino por el que su ídolo peregrinó hace casi 50 años. “Fue una locura. Yo no esperaba respuesta,” nos cuenta Maqueda sobre la entrada de Herzog a la película, “En el momento en que nos planteamos hacerle llegar la película queríamos que formara parte narrando algún fragmento. Queríamos saber, lo primero, si la apoyaba. A él le ilusionó mucho y se ofreció a narrar esos fragmentos en inglés, que la película lo merecía. Fue un proceso increíble.”
Dear Werner se divide en siete capítulos, acompañados por un prólogo y un epílogo. El documental no es ni mucho menos una adaptación de Del caminar sobre hielo. Aquí lo predominante son los pasos de Maqueda en su propia marcha. Es su historia. Con la presencia omnipresente de Werner Herzog, en momento puntuales, el director de Dear Werner cita párrafos literales del diario, condensando el discurso del maestro alemán con el suyo propio. “Él [Herzog] se sintió muy agradecido por el homenaje y me animó a no hablar tanto de él sino hablar de mí. Es algo que nunca había hecho, hablar de mí mismo.”
La decisión de Maqueda con la creación de episodios crea una estructura favorable para las transiciones de temas, sabiendo como administrar esos cambios para no perder el tono que viaja desde el comienzo de la película. Se habla de las frustraciones de un cineasta en su camino en la industria. Se habla de la naturaleza como alegoría de la vida. Se habla de los legados de la historia del cine. “No vamos a ver a un cineasta exitoso. Vamos a ver a un cineasta que está en busca de su camino,” dice Maqueda. Añade a esta calidad, y con mucha carga emocional de por medio, el salto de voces entre Maqueda y Herzog. Cada uno recitando lo propio de su viaje, cada uno hablando con su ídolo.
¿Cómo consigue Maqueda sumergir a un público considerado? Parte de la poética y el estilismo narrativo que cuenta la historia en voz en off, pero Dear Werner consolida su estética como producto audiovisual a través de las imágenes. No hay director de fotografía. No hay operador de cámara. Recordemos la única presencia de su protagonista: Pablo Maqueda. El joven cineasta nos habla del que para él fue el mayor reto durante el viaje. “El frío. Hay que estar muy preparado sosteniendo una cámara en lo alto de una montaña, con frío y viento. Y yo no lo estaba. No soy un atleta.” El director no perdía la esperanza, sin embargo, viendo este viaje como un reto propio sin posibilidad de abandono. “El tema del esfuerzo físico fue algo muy duro. Hubo un día que caminé 70 km. Pero era un reto que yo mismo había decidido hacer. Por eso también estas dificultades también las disfruté. De eso va la película.”
Su pertinente atención por el detallismo a cada plano plantea una visión sin filtros. Se compone una verdad, porque no hay necesidad de engañar en un ambiente de naturaleza tan puro. Es por esto que Dear Werner resulta tan inspiradora. En parte, porque Maqueda plantea una puesta en escena donde él se coloca detrás de la cámara. El público es el que camina por los bosques de Múnich. Es guiado, pues, para llegar a un destino. “Es una película en la que yo he aprendido mucho y quiero que inspire a otros cineastas que vengan detrás o que caminen conmigo. Es la idea de disfrutar los pasos dados, que no importa ir el primero o el último; lo que importa es seguir caminando.” El personaje es el acompañante que camina junto a su audiencia.
Dear Werner es una gota de alivio en un mundo frágil, pero precioso. Su director se encarga de sustraer esas reflexiones de lo que supone el viaje, ya no solo del cineasta solitario enfrentado a las frustraciones de su labor, también de una condición universal a cada uno: el camino.
Pablo Maqueda consigue entramar esas cuestiones con delicadeza, comprensión y abalado por su propia experiencia, lo que hace de esta película un proyecto muy intimista. Quizá incluso demasiado, pues se trata del viaje de un director enamorado del cine. Puede ser un desajuste para cierta audiencia no tan relacionada con el mundo de Herzog, sobre todo en los primeros capítulos. Pablo Maqueda nos cuenta como fue la adaptación del libro de Herzog, “Yo subrayaba cosas que me llamaban mucho la atención, y esto es algo que he aprendido hacer cuando quiero adaptar algo. Escribir sobre el propio libro. Es lo algo que me gustaría seguir haciendo. De hecho, aquí tengo el libro (enseña el interior del libro) diseccionado página a página. Aquí tengo todo el trabajo de investigación que yo hice para adaptar la película” El acto final de Dear Werner abraza la incertidumbre del viaje, un mensaje que queda impregnado y revitaliza la espectacular experiencia ofrecida por Maqueda.
Dear Werner es una película que viaja con el espectador más allá de la propia sala de proyecciones. Es una película que respira, incitando una propuesta, hay que dejar atrás todo lo que conocemos, hacerse con una libreta y caminar en silencio con nuestro único acompañante, uno mismo. “Para mí el cine y la vida son lo mismo,” nos confiesa el director. “Es una manera de vivir. Intento que sea lo más natural para mí, porque la vida y el cine son lo mismo”
Dear Werner nos dice: hay que perderse para encontrarse. En todo momento, la experiencia evoca simpatía, porque la soledad no es indiferente a nadie. Tampoco lo son la frustración, el deseo de seguir caminando ni la búsqueda de la esperanza.
Dear Werner está proyectándose por cines de toda España.
Aquí hablamos más a fondo con Pablo Maqueda. Nos cuenta como surgió está idea de película documental, que pensó el mismo Werner Herzog cuando se le presentó la idea, y como vivió Maqueda este viaje en solitario por Europa (partida, camino y regreso).
https://www.youtube.com/watch?v=6vJcT_I3vBw&ab_channel=Cinemagavia
[…] con Pablo Maqueda para conocer mejor el proceso completo de Dear Werner. Antes, es conveniente leer la reseña sobre el propio documental y así entrar en contexto con la historia que se narra en este viaje por la naturaleza […]
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