Levantarse un día y tomar la decisión de hacer un camino en solitario por los paisajes de Europa no es algo que se ve todos los días. Y no hablo del Camino de Santiago. Me refiero a lo que hizo Pablo Maqueda, director español que en un momento de necesidad personal decidió partir para caminar desde Múnich hasta París cargando únicamente con una mochila.
Este viaje ya se hizo en un momento del pasado; concretamente, es el viaje que hizo Werner Herzog en 1974 para ir a ver a su amiga Lotte Eisner - gravemente enferma en la ciudad de Francia. Durante el camino, el cineasta alemán escribió un diario que después publicó bajo el nombre de ‘Del caminar sobre hielo’. Pablo Maqueda toma esta libro como guía, como inspiración, como pérdida para encontrarse a sí mismo mientras sigue los pasos de su ídolo, Werner Herzog, el cual, también tiene su participación en Dear Werner.
Hablamos con Pablo Maqueda para conocer mejor el proceso completo de Dear Werner. Antes, es conveniente leer la reseña sobre el propio documental y así entrar en contexto con la historia que se narra en este viaje por la naturaleza europea.
Pablo, ¿Qué es eso que te apasiona del cine? ¿Por qué te encanta hacer cine?
Para mí el cine y la vida son lo mismo. Desde que tengo memoria el cine estaba ahí. Es una manera de vivir. Luego viene el hacer del cine tu vehículo de vida, ganar dinero de ello, ir moviendo los proyectos por productoras, conquistando al público. Continúo disfrutando del proceso. Intento que sea lo más natural para mí, porque la vida y el cine son lo mismo.
Dear Werner nació por la necesidad de mostrar algo, por despejar la mente después de una etapa de frustraciones. ¿Este camino lo emprendiste por eso?
Si, sí. Totalmente. Yo estaba hundido. Estaba con mucho estrés intentando levantar proyectos y este libro, Del caminar sobre el hielo, a mí siempre me ha inspirado. Esa imagen del cineasta caminando en solitario me parece una metáfora muy bonita del camino de creación. Así que dije, ¿qué mejor manera de estar parado que siguiendo los pasos de alguien a quien admiras? Al principio fue un poco locura pensar si podía hacer esto.
¿Cómo te sentiste al verlo acabado, al final de la aventura?
Fue una mezcla entre pena, porque esa aventura ya estaba en sus últimos tramos, y mucha ansiedad. Pensando, ¿dónde depara esto? ¿seré capaz de dar orden a todos estos brutos? Al final el montaje fue lo que más ilusión me hizo, poder reescribir esta película y dar un sentido a todo lo que había vivido.
A la hora de emprender esta aventura, ¿tenías en mente como el espectador iba a vivir esta experiencia? ¿Se ve esto en decisiones de producción o más en la narrativa emocional del viaje a través del diario de Werner Herzog y el tuyo propio?
No soy una persona que me guste improvisar, pero en este viaje decidí hacer justo lo contrario. Decidí dejarme llevar y que el libro me marcara el viaje. Para mí era importante eso. Aunque ya tuviera un camino definido; seguir el libro, adaptarlo, yo iba con un espíritu de improvisación. Yo llegaba a un pueblo y lo investigaba, miraba zonas que me interesaban más, me preguntaba que planos quería usar… Por eso creo que también tuve suerte de poder grabar esta película sin mascarillas de por medio. Hubiera sido un corte de rollo total.
El propio Herzog está muy presente en este viaje, donde rememora su propia experiencia y el camino por el que pasó hace años. ¿Cómo fue colaborar con él?
Fue una locura. Yo no esperaba respuesta. En el momento en que nos planteamos hacerle llegar la película queríamos que formara parte narrando algún fragmento. Queríamos saber, lo primero, si la apoyaba. A él le ilusionó mucho y se ofreció a narrar esos fragmentos en inglés, que la película lo merecía. Fue un proceso increíble. Poder grabar esos fragmentos en un estudio, en donde él me hablaba a mí… Solo por cosas como estas, ya merecía la pena recorrer este camino.
¿Qué le pareció tu idea?
No le sorprendió nada que hubiera hecho el camino. Él es un hombre que tiene 78 años y sigue caminando a todos lados. No le dio ninguna importancia a la parte física. Sí que se sintió muy agradecido por el homenaje y me animó a no hablar tanto de él sino hablar de mí. Desvestirme un poco y decirle a la gente que no pasa nada por hablar de tus miedos, tus frustraciones, tus fracasos...
Pablo. Quiero que me digas. ¿Qué es lo que llevaste en tu mochila durante todo el camino?
Intenté llevar lo menos posible para no cargar demasiado (se ríe), pero aun así cargué con mucho. Lo que me llevé: dos trípodes, – porque hay planos de la película en donde yo monto el plano para que se me vea, y claro, necesitaba otro trípode para mantener esa estabilidad del plano – dos cámaras, – una Lumix GX-80 y una DJI Osmo Pocket – objetivos, los libros que aparecen en la película y muy poca ropa. Tampoco podía llevar más. Antes de llegar a la Cinemateca en París sí que puse algo más elegante, porque durante todo el camino era un loco (se ríe), un mendigo caminando con ropa térmica de nieve llena de barro.
¿Qué fue lo primero que cogiste?
El libro.
Creo que Dear Werner es una enorme muestra del trabajo, esfuerzo y determinación que supone hacer cine. Pero también de lo que es el camino de la vida. ¿Qué es lo que dirías que quieres encontrar en cada nuevo proyecto? Sobre ti, sobre el mundo, sobre cómo vivir la vida.
Es la idea de disfrutar los pasos dados. Fue una de las primeras cosas que tenía muy claro cuando vine del camino. Me lo tatué en el brazo: seguir caminando. Lo que importa es disfrutar. Lo único que va a importar es lo que entre dentro del cuadro.
Si tuvieras que definir Dear Werner en pocas palabras. ¿Qué palabras serían?
Buena pregunta (piensa). Bueno, una palabra sería locura. Ir hasta el último confín de la tierra para grabar un plano es un ejemplo. Esta película ha sido seguir los pasos de un loco, y disfrutar de esa locura. Pensado, “No sé a donde me llevará esto, pero estoy disfrutando de cada paso.” Eso es algo que me llevo para toda la vida.
¿Dónde se puede ver Dear Werner ahora?
Ahora mismo la película se encuentra girando por España. Hay diferentes pases especiales en diferentes ciudades; Barcelona, Madrid... Con muchas ganas de lanzarla a plataformas para que todo el mundo la pueda ver. Pero en cuantos más cines se pueda ver, mucho mejor. Es una película muy mística y la mejor manera de verla es en una sala.
- Anabel Estrella